ESTILO

QUÉ ESTILO TIENE QUE TENER HOY UN CURSO COFRADE

¿POR QUÉ UN ESTILO NUEVO?

Muchos de los materiales hasta ahora elaborados tienen por objeto explicar a los cofrades lo que deben saber de la hermandad: su historia, sus fines; la forma en que se ha de actuar en los cultos, en las procesiones, en las reuniones...

Pero el ciudadano del siglo XXI cada vez admite menos imposiciones, quiere ser él mismo quien decida qué tipo de compromiso y de cofradía quiere vivir. Una de las características de nuestro tiempo, para bien o para mal, es el personalismo, el subjetivismo. Por eso las principales propuestas evangelizadoras de la actualidad, en toda la Iglesia, parten de la escucha de la persona, y de su acompañamiento en su situación y en su proceso personal: eso es también lo que nos enseña el Papa Francisco en su magisterio.

Una formación del siglo XXI exige una mayor implicación del cofrade, y que se le dé más espacio para manifestar su opinión, escuchar la de otros, y en definitiva realizar una reflexión personal. Dejar que sea el Espíritu Santo quien le ilumine interiormente, porque el Espíritu es el verdadero evangelizador. Confiar más en su acción, en la forma en que solo él sabe hablar a las conciencias. Confiar menos en nuestra capacidad, nuestros planes y  procesos. Y confiar también en el papel de la comunidad, porque cada uno que participa en una formación debe contrastar su punto de vista con el de los hermanos que forman parte de la misma cofradía, con los cuales comparte cultos, procesiones, momentos de ocio... y también un proyecto común de hermandad.


El estilo propuesto se inspira bastante en el de los cursos Alpha, que nos parece -al menos en cuanto a metodología- de una gran vigencia. Lo primero es crear un clima de distensión y diálogo de grupo. Luego una exposición del tema introduce la reflexión y el debate. Posteriormente se entabla un diálogo ágil, muy ágil, donde cada uno puede expresarse libremente pero sin imponer su punto de vista. El debate es limitado en el tiempo, propiciando que el cofrade reflexione posteriormente sobre lo tratado, personalmente o en diálogo con algún otro de los intervinientes.